Que los hinchas, futbolistas y cuerpo técnico del “equipo canario” festejen por haber alcanzado ese privilegio no es nada reprochable, sin embargo, después de la “borrachera” del triunfo y luego de haber curado el “chuchaqui” hay que dimensionar lo alcanzado.
Todavía no son campeones del fútbol ecuatoriano, de la Copa
Libertadores ni de la Sudamericana, es decir, tienen que jugar esos torneos
para conseguir los títulos. Además, hay que recordar que el campeonato
ecuatoriano no está diseñado en dos torneos: apertura y clausura como en el año
2005, entonces es erróneo catalogarlo como campeón de la primera etapa, pero si
se lo puede denominar como el primer clasificado a la final del campeonato.
En la mayoría de programas deportivos, especialmente de
televisión, se mostraban las imágenes pletóricas de los festejos de los hinchas
“amarillos” en la ciudad de Guayaquil. La que mayor eco tuvo en los rotativos,
al igual que en la televisión, era la de los jugadores de Barcelona recorriendo,
en un bus de dos pisos, las calles guayaquileñas atestadas de hinchas.
Repito, es comprensible la algarabía y el desborde de
euforia de los seguidores, sin embargo, hacer una apología de un festejo de lo
que no fue está muy alejado de la realidad, todavía hay partidos pendientes.