14 de agosto de 2009

GENOCIDIO ATÓMICO NORTEAMERICANO


En 1945 Estados Unidos cometió uno de los genocidios más atroces. El lanzamiento de dos bombas atómicas en ciudades japonesas, una en Hiroshima el 06 de agosto y otra en Nagasaki el 09 del mismo mes, matando cerca de 400 mil personas, todos civiles.

En el marco de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se vio obligado a participar directamente en el conflicto armado contra Japón, después que este país atacara el 07 de diciembre de 1941 la Base Naval de Pearl Harbor, matando por lo menos a 2 mil soldados norteamericanos. En ese entonces el presidente Franklin Delano Roosevelt, ejerciendo su tercer mandato consecutivo, aprobó y autorizó los estudios y la fabricación de la Bomba Atómica, sin embargo, no pudo observar los resultados finales ya que el 12 de abril de 1945 falleció, sucediéndole en el cargo el Vicepresidente Harry S. Truman. Todos los detalles del Proyecto Manhattan fueron develados a Truman el mismo que continuó con las investigaciones. La inversión de Estados Unidos en la operación fue de 2 mil millones de dólares.

Existen varias posturas sobre las razones que motivaron el lanzamiento de estas bombas genocidas, entre esas constan la sed de venganza por el ataque a Pearl Harbor, justificar de alguna forma la inversión millonaria en el proyecto la misma que sirvió para lograr la victoria y entre las más conservadoras, los deseos de acabar la guerra con la menor cantidad de víctimas posibles ya que, según cálculos militares norteamericanos, una invasión habría dejado un saldo de 2 millones de soldados muertos y, también se argumenta, que sirvió para lograr frenar el expansionismo soviético.

Sin embargo, las razones por más lógicas que parezcan no justifican el haber atentado contra la vida de miles de civiles inocentes, lo más paradójico es que ninguna base militar japonesa fue afectada por las bombas, es decir, Estados Unidos violó los tratados de La Haya, el mismo que prohíbe bombardear ciudades así haya objetivos militares en el perímetro.

La onda expansiva de las bombas atómicas tuvo un radio de alcance de 3 kilómetros, en este perímetro, en pocos segundos, ambas ciudades quedaron devastadas, todo se destruyó y se carbonizó, además, los daños colaterales hasta hoy son visibles, 64 años después del bombardeo nuclear existen personas con enfermedades y problemas físicos que vienen determinados por los efectos radiactivos.

De igual forma, los miles de militares, médicos y voluntarios que asistieron al sitio del bombardeo a socorrer a las víctimas también fallecieron, luego de varios años, a causa de enfermedades como el cáncer de pulmón por efectos de la radiactividad.

Estados Unidos nunca se disculpó por este genocidio, aduciendo que de igual forma Japón nunca se disculpó por el ataque a Pearl Harbor. Además, los norteamericanos justifican el ataque ya que, según ellos, los japoneses nunca se habrían rendido, apoyan este argumento señalando que sólo cuando se hicieron estallar las dos bombas el emperador Hirohito aceptó la derrota y se rindió.
Los festejos por la victoria no se hicieron esperar en las diferentes ciudades de Estados Unidos y los medios de comunicación exclamaban: “Damos gracias a Dios por haberle dado a América la bomba atómica, porque ¿quién sabe cómo la hubiera usado otra nación?
El absurdo, el odio político y la obnubilación perturban el ánimo y el espíritu de la cordura convirtiendo al hombre en una letal máquina de guerra. Esta es otra página de la historia que esperamos no se vuelva a repetir nunca más.

Un minuto de silencio por todos los muertos en esta cruenta Guerra.

5 de agosto de 2009

FILTROS Y FILTRADOS

Tomado de El Telégrafo
Autor: Orlando Pérez
No hay duda de que hay un aparato, cabeza, organización, institución o ‘voluntarios’ con una mentalidad perversa para forjar una situación adversa al proceso político, autónomo y auténtico, del Ecuador, con base en las filtraciones, gota a gota, de información, documentos y supuestas pistas para forjar una sola hipótesis: las FARC son aliadas de la Revolución Ciudadana. En otras palabras: ¿son lo mismo y por tanto ninguna de las dos merecen estar en la realidad y hay que anularlas, desaparecerlas, aniquilarlas?Incluso, en el ‘mundillo’ periodístico y de los infiltrados, espías, agentes, ex miembros de inteligencia, era vox populi, hace seis meses, que ‘alguien’ vendía los diarios de Reyes. Unos decían que en un millón, otros que en cien mil dólares. A la vez que desde Colombia se demandaba información a la Fiscalía ecuatoriana y ésta enviaba todo, mientras desde Bogotá no se envía hasta ahora un solo documento para nutrir el proceso sobre Angostura. ¿O nuestra Fiscalía es muy gentil y generosa o la de Colombia trabaja para obstaculizar toda investigación (y por ende castigo) sobre la violación a la soberanía nacional en Angostura?

“Aquí ni hubo lucha armada, ni asalto al poder y mucho menos derrocamientos ilegales”

¿Y qué decir de los ex agentes de inteligencia y esos dobles agentes que aparecen por todas partes? La Comisión de la Verdad tiene suficiente documentación sobre lo que hicieron algunos supuestos subversivos en la época de LFC (vender información) y cómo actuaban las inteligencias de la Policía y FF.AA. ¿Eso habrá cambiado ahora? ¿Los oficiales Mario Pazmiño y Manuel Silva son de una mentalidad al servicio de una revolución socialista o son de aquella formada en los Estados Unidos en la Doctrina de la Seguridad Nacional que husmeaba todo y aniquilaba todo brote de subversión, con base en la tortura, la prisión y el ajusticiamiento? ¿No es suficiente para entender qué está pasando con todo el espacio que reciben esos dos ex oficiales en los medios de comunicación filtrando información (o sea documentos que ellos poseen cuando ya no están en el servicio activo) de carácter reservado, haciendo uso de ella como patrimonio personal? ¿No basta ver cómo los aborda y trata ese entrevistador del ‘lindo canal’ para saber que no hay nada inocente en el uno ni en el otro cuando ‘analizan’ la situación del país?Lo cierto es que esto de filtros, filtrados y todo lo que compete al mundo del espionaje solo revela la situación que vivimos: una alta polarización ideológica, como en los mejores tiempos de la guerra fría. Por eso, para unos la realidad es verde, para otros roja, aunque tengan los mismos datos, en el mismo escenario y con los mismos personajes. Y eso no es malo de por sí. Lo grave es que de un lado hay una actitud antidemocrática al no aceptar la voluntad popular ratificada en siete elecciones consecutivas. Aquí ni hubo lucha armada, ni asalto al poder y mucho menos derrocamientos ilegales. Todo lo contrario. Pero a esos sectores (de derecha y de espionaje al estilo gringo) no les agrada y hacen todo para neutralizar o aniquilar este proceso, para lo cual se valen de abogados, editorialistas, periodistas, jefes de redacción, entrevistadores, analistas y ex oficiales.